domingo, 23 de noviembre de 2008

PREDICAR CON EL EJEMPLO

Si reconoces tu culpa, te arrepientes, si te arrepientes y rectificas es que has aprendido.
El Guerrero de la Luz.


Hay momentos en la vida que emprendes acciones desafortunadas, por no seguir la norma, que es meditar antes de actuar, esto nos pasa a todos, es una realidad.
Si actúas mal delante de un semejante, queriendo imponer tu opinión, la realidad es que estas en un camino erróneo.
Muchas veces piensas que estas en tu derecho reprochar una acción que no te ha gustado y que tu hubieses actuado de otra forma y entonces reprochas e intimidas a la otra persona.
Craso error, puesto que tu ves las cosas desde un punto de vista, lo cual no quiere decir que sea el correcto, ya que tu visión de las cosas es tuya, la otra persona, también tiene el suyo, esta en su derecho y también cree que es el correcto.
Por ende, tu punto de vista puede que no sea el correcto, te puedes equivocar, eres humano, rectifica, no impongas tu opinión y habrás aprendido de tu error.


La otra opinión

Érase una vez, un hombre que vivía a las afueras de una aldea, al pié de una montaña sagrada, pues en su valle existían riquezas que la naturaleza regalaba.
Cada día iba y venía, de la aldea a su casa, lo hacía con su carro, de el tiraba un borrico ya mayor, en el carro llevaba una tinajas con miel, que la vendía en la aldea, el hombre era pacifico, pero muchas veces obstinado, pues creía en si mismo y su vida era un ejemplo para el, pues era responsable de su trabajo, se levantaba muy temprano, para recoger la miel de las abejas y luego la cargaba en el carro y la vendía en el pueblo, era un trabajo muy rutinario, pero el estaba orgulloso de realizarlo.
Un día en su camino hacia la aldea, se encontró un vagabundo le saludó con la mano y le pidió un poco de miel.
El hombre sacó un cacillo y se lo extendió, pero de su alma le salió la testarudez y le increpó, por que en vez de vagabundear, no trabajas un poco en algo, así no tendrías que pedir la miel, a lo que el vagabundo contestó, se que no tienes ninguna obligación en darme nada, pero yo he elegido mi manera de vivir y la vivo como quiero, mi trabajo es pedirte un poco de miel y hablar contigo, para hacerte meditar.
El hombre se quedó perplejo ante tal respuesta, pues le hizo meditar en su vida, preguntándose en lo más profundo de su interior, si deseaba seguir día tras día acarreando miel con su carro hasta el pueblo.
El vagabundo, vio como meditaba y con una carcajada le dijo, Ya veo que nunca te habías parado a pensar en esto, te creías que tu vida es la más importante y mejor y es así, para cada uno de nosotros.
Pero no por esto, mi vida es más importante que la tuya, piensa que yo siento lo mismo que tu, me gusta lo que hago y a ti también te gusta lo que haces, lo importante es que cada uno, hagamos lo que hagamos, nos respetemos, prosiguió diciendo, seguro que tu continuaras con tu carro y te seguirás enfadando con el mesonero, por que te compra la miel barata, y te reirás con el herrero y el carpintero, en la taberna de la aldea, porque si no te gustase lo que haces, ya lo habrías cambiado, es el poder y el deber que tienes, puesto que tienes la libertad de elegir, ¿no te parece?
El hombre meditó, todo lo que el vagabundo le había contado y tomó buena nota de ello pues en el camino de la vida, la mayoría de las veces, nuestro criterio no es el único y siempre hay que respetar la opinión del otro.


Para ti, que me has enseñado esta lección.


Aprenda usted, como sea, a servir de verdad, a entregarse de verdad en las cosas, en lugar de así mismo; es el único camino para salir de su desierto.
Herman Hesse


No hay comentarios: