lunes, 29 de diciembre de 2008

EL HIPOTÁLAMO

Después de un día “durillo”, me he sentado como cada día, en mi “sillón de reflexionar”, pero hoy noto que estoy más cansado de lo normal, deben ser los años que no perdonan.
Y me he puesto ha leer una revista que me han regalado, que duda cabe me hizo mucha ilusión, puesto que la revista data del año 1985.
Lo importante no es la revista, si no la acción de la persona que me ha regalado la revista, hace años en el cerebro de esa persona, se creó un registro que yo deseaba esa revista que no tenía, ya que en su día lo comentamos.
Y hoy después de tantos años, al verla en su casa me la ha regalado.

El tema principal de la revista es: COMPORTAMIENTO ¿POR QUÉ SOMOS AGRESIVOS?
En el artículo escrito en el año 1985, habla de la agresividad entre los seres humanos, desde su raíz, en el momento de su nacimiento, cuando el hombre descubrió que cazando se aseguraba su supervivencia, también apareció la competencia entre las tribus que cazaban y con ella llegó la más alta expresión de agresividad el homicidio y esa conducta humana dura hasta nuestros días.
En aquellos tiempos (según comenta la revista) se tenía miedo a la agresión de armas nucleares, hoy día estamos igual o peor, ya que tenemos en el mundo más de cincuenta conflictos bélicos.
¡Menudo Desastre!

Parece que no hemos aprendido mucho en estos 23 años.
¿Hasta que punto el hombre civilizado ha dominado su naturaleza salvaje?
El ser humano, como otros animales, posee un resorte psicológico que si se estimula provoca sentimientos de enojo, de ira, en definitiva de agresividad.
No se sabe con exactitud, cual es el mecanismo que hace posible estos cambios de actitud en nuestras funciones corporales, pero algunos experimentos han demostrado que existe una pequeña zona en la base del cerebro, que es la que se ocupa de originar los sentimientos de ira y de la cual parten los impulsos nerviosos que causan los cambios físicos en nuestro organismo.
Esta pequeña zona se llama hipotálamo y su función es coordinar las respuestas emocionales de todo tipo, incluida la agresividad.
Sin embargo por si sola no se puede activar, necesita la autorización de la corteza cerebral, tan importante en los seres humanos, (por ejemplo un violento empujón o un insulto), en cuestión de milésimas de segundo emite señales al hipotálamo indicándole que ya puede empezar a actuar.
Es entonces cuando se alteran varias de nuestras funciones corporales y nos inunda la sensación de “hervor” en la sangre, al mismo tiempo que parece no existir el mundo a nuestro alrededor: tan solo existe el enemigo o lo que ha provocado nuestro ataque de ira.
Sin duda la investigación sobre el comportamiento, la etología (del
griego ethos, que significa "costumbre"), dará luz algún día a estos temas y aprenderemos a controlar los impulsos que estimulan la parte agresiva del hipotálamo, de esta manera evitaremos muchas discusiones, peleas, conflictos y guerras.

Muchísimas gracias por acordarte de mí, para mí tu también eres importante.



Cuando un jinete cae del caballo y no vuelve a montarlo al minuto siguiente, jamás tendrá el valor de hacerlo nuevamente.
Paulo Coelho, Manual del Guerrero de la Luz.

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