LA COMUNICACIÓN ES MUCHO MÁS EFICAZ CUANDO EL CUERPO Y LA MENTE ESTÁN EN SINTONÍA
LAIR RIBERO
Hace muchos años, en una lejana ciudad.
Un hombre una noche caminaba por
las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy
oscura en las noches sin luna como aquella.
En determinado momento, se encuentra
con otro hombre.
Este lo mira y de pronto lo reconoce.
Se da cuenta de que es el ciego del pueblo entonces, le dice: ¿Que haces tú ciego, con una
lámpara en la mano? Si tú no ves…
Yo conozco la oscuridad
de las calles de memoria.
Llevo la luz para que otros encuentren su camino
cuando me vean a mí…
No sólo es importante la luz que me sirve a mí sino también
la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
¿No sabes que
alumbrando a otros, también me beneficio yo, pues evito que me lastimen otros
que no podrían verme en la oscuridad?
Cada uno de nosotros
puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno
aparentemente no lo necesite.
Alumbrar el camino de
los otros no es tarea fácil, muchas veces en vez de alumbrar, oscurecemos mucho
más el camino de los demás. ¿Cómo? A través el desaliento, la crítica, el
egoísmo el desamor, el odio, el resentimiento…
¡Sería hermoso que todos
ilumináramos los caminos de los demás, sin fijarnos si lo necesitan o no!.
Llevar luz y no oscuridad.
ENCIENDE TU PROPIA VELA
EL GUERRERO DE LA LUZ
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